La mayoría de veces que se encarga 3D para mostrar un producto (sobre todo cerámica), se pide que la escena esté super iluminada, que no haya ningún espacio en sombra, luz blanca que no afecte al tono del producto (no vamos a entrar a comentar como afectan en esto los diferentes monitores, los barnices de imprenta o directamente la iluminación de la sala en la que se ve un catálogo), una luz fuerte pero que no queme, que los objetos de su alrededor no contaminen con su reflejo, etc. En definitiva, una situación que jamás se produciría en la vida real.

¿Realmente vale la pena crear esa escena irreal?. Para tal efecto, ¿no es mejor hacer una foto de estudio de la pieza o directamente mostrar la gráfica de laboratorio?.

La luz desempeña un papel crucial en cualquier representación, ¡pues es capaz de cautivar la atención del cliente, resaltar cada detalle y transformar un espacio mundano en una escena fascinante!